Se
rueda menos, se recauda menos y el número de espectadores sigue cayendo en
picado. Las políticas gubernamentales -subida del IVA y recorte de
subvenciones- han hundido aún más en 2013 a un sector convulsionado por la
piratería y las dificultades para adaptarse a los cambios tecnológicos.
El
cierre de Alta Films en mayo, la productora, distribuidora y exhibidora de
Enrique González Macho, que llegó a tener más de 200 salas de proyección en
todo el país y que apostaba por el mejor cine de autor, se ha convertido en
todo un símbolo de la crisis que asuela el panorama cinematográfico español.
Y
a falta de un milagro como el que en 2012 logró 'Lo imposible', de J.A. Bayona,
que recaudó 40 millones de euros, casi un tercio del total de la taquilla
española, las perspectivas para este año son más sombrías.
La
recaudación de las tres películas españolas más taquilleras de 2013, con datos
hasta mediados de diciembre de Box Office Mojo -'Zipi y Zape y el club de la
canica' (4,9 millones de euros), 'Los amantes pasajeros' (4,7 millones) y 'Las
brujas de Zugarramurdi' (4,7 millones)-, no suma ni la mitad de aquel récord.
La
Asociación Española de Cinematografía (AEC - http://www.aecdirfot.org/aectemp/?page_id=9) prevé una caída global de la
facturación en taquilla del 20 % y no pintan mejor las cosas en la producción,
con una disminución del número de rodajes del 28 % y de los estrenos de un 24
%, según datos hasta septiembre.
Con
unas subvenciones públicas de 49 millones de euros incluidas en los
presupuestos de 2013 -un 35 % menos que el año anterior-, el año comenzó con
las esperanzas de la industria puestas en un nuevo modelo de financiación que
compensara el descalabro con mayores incentivos fiscales, entre otras medidas.
Representantes
de todo el sector y de la Administración formaron una comisión mixta en diciembre
de 2012 que debía presentar sus conclusiones a mediados de 2013 y a partir de
ahí comenzar el recorrido parlamentario, de modo que las medidas acordadas
pudieran entrar en vigor en enero de 2014.
Pues
bien, ese acuerdo sectorial se ha alcanzado, y solo en parte, esta misma
semana, con medio año de retraso. La confederación de productores audiovisuales
Fapae no cree que pueda entrar en vigor antes de 2015, lo que significaría un
año perdido.
Las
medidas pactadas incluyen aumentar los incentivos fiscales del 18 % al 25 % y
crear un nuevo tipo de vehículo jurídico que facilite la entrada de inversores
ajenos al sector. También se menciona la reducción del tipo impositivo para el
IVA del cine, pero no se incluyen porcentajes ni plazos.
Sin
embargo, no son las desgravaciones la mayor preocupación inmediata de los
productores cinematográficos, que siguen sin cobrar las ayudas a la
amortización por estrenos de 2012 y parte de 2011.
Según
fuentes del sector, aún se deben por ese concepto 21 millones de euros
correspondientes al último trimestre de 2011 y cerca de 45 millones de 2012, a
pesar de que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aseguró a principios
de octubre que la situación se resolvería "pronto".
La
alarma cundió entre los productores tras conocerse que el fondo que engloba
todas las ayudas sufría un nuevo recorte en los presupuestos de 2014 del 13,8 %
y que se quedaba en 33,7 millones de euros, cifra que ni siquiera cubriría esos
pagos atrasados y que, por otro lado, roza el ridículo, si se compara con los
340 millones que concede Alemania o los 770 de Francia.
Tampoco
ayudaron mucho las declaraciones de Montoro afirmando que el problema del cine
español no era sólo cuestión de subvenciones, sino también de calidad, lo que
disparó entre el colectivo cinematográfico la sensación de "vendetta"
por su postura crítica desde su oposición a la guerra de Irak en la anterior
legislatura del PP.
Por
si todo esto fuera poco, en el último trimestre del año han comenzado a
agitarse también las aguas en el sector de los exhibidores.
Después
de varios años haciendo frente a la caída de espectadores a fuerza de subir el
precio de la entrada -más de un 36 % entre 2004 y 2011, según Facua-, los
propietarios de las salas de cine parecen haber llegado a la conclusión de que
la estrategia no da más de sí y buscan nuevas fórmulas para atraer al público.
El
éxito de la Fiesta del Cine -tres días de octubre en los que 1,5 millones de
personas compraron entradas a un precio especial de 2,90 euros- animó el debate
sobre la conveniencia y la rentabilidad de una rebaja de precios, más allá de
esa "fiesta" que anualmente organizan de forma conjunta productores
(Fapae), exhibidores (FECE) y distribuidores (Fedicine).
De
hecho, sólo unas semanas después, grupos como Cinesa y Yelmo lanzaron por su
cuenta promociones similares -tres días a un precio especial de 3,50 euros- que
sembraron expectativas sobre una posible guerra de precios.
Así
pues, a día de hoy, y pese al empujón final que ha dado la comisión del cine,
la incertidumbre sigue pesando en todos los frentes, después de un año que será
recordado por cómo la industria del cine español continuó en caída libre.
Fuente:
El Mundo.es