- Mediante una exposición, el INAH da a conocer el trabajo realizado en más de 10 años para preservar las imágenes plasmadas hace más de 2 mil 500 años
- Las pinturas rupestres fueron creadas por grupos de filiación olmeca en una cueva de la comunidad nahua de Acatlán, en el municipio de Chilapa de Álvarez, en Guerrero
Un viaje a través del tiempo ofrece la exposición Oxtotitlán. 12 años de esfuerzos compartidos, en la que se muestran los trabajos realizados mediante el Proyecto de Conservación Integral del Sitio de Pinturas Rupestres de Oxtotitlán, en Guerrero. La exhibición se presenta en la estación La Raza del Sistema de Transporte Colectivo Metro, donde permanecerá hasta el 30 de septiembre.
Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), la exhibición se compone de 15 imágenes de gran formato en las que se observan las pinturas plasmadas hace más de 2 mil 500 años por grupos de filiación olmeca en una cueva de la comunidad nahua de Acatlán, en el municipio guerrerense de Chilapa de Álvarez, que habían sido dañadas por grafiti e intemperismo.
Las fotografías se acompañan de textos explicativos que muestran las tareas de conservación realizadas por los especialistas del INAH, encabezados por la restauradora Sandra Cruz Flores, y la entusiasta participación de la comunidad desde que comenzó el proyecto en 2003, hasta su culminación el año pasado.
Oxtotitlán. 12 años de esfuerzos compartidos llega al Metro La Raza luego de itinerar por distintos espacios, entre los que se encuentran la Coordinación Nacional de Antropología, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el Centro INAH Guerrero, el Museo Nacional de Culturas Populares y la Biblioteca de México.
En la exposición, los usuarios de este transporte pueden conocer los procesos de intervención realizados en el sitio, y la recuperación del rico conjunto pictórico conformado por diez paneles de pintura rupestre que se hallan en el interior de una cavidad, cuyo discurso iconográfico se vincula con antiguos ritos de fertilidad y petición de lluvia.
La cueva está integrada por dos grutas de 20 metros de longitud, cada una con cuatro paneles o paredes con pintura rupestre y un frente rocoso central donde se encuentran dos dibujos; uno de ellos representa al personaje principal que mide 10 metros de altura.
En la gruta norte se ubican los trazos más antiguos; algunos son monocromos y otros bicromos (negro y rojo), con una iconografía más clara en términos de filiación olmeca y de mayor formato, los cuales representan jaguares y figuras antropomorfas y fitomorfas.
En la gruta sur hay cuatro paneles de pinturas con diseños que van desde los 10 cm al medio metro, de color rojo y estilo abstracto. En tanto, el grupo central está integrado por dos paneles; el principal tiene un personaje de cuatro metros de altura, con una paleta cromática diversa: blanco, verde, rojo, ocre, amarillo, entre otros.
Actualmente la cueva está protegida por una cerca perimetral y dentro del área delimitada hay una ladera con vegetación típica de la región. A partir de los conocimientos herbolarios de la población, se creó un jardín etnobotánico.
El proyecto de restauración se convirtió en modelo de corresponsabilidad entre el INAH, las autoridades estatal y municipal, y la comunidad para salvaguardar un sitio rupestre, mediante la creación del Comité de Preservación del Patrimonio Cultural de Acatlán, como organismo coadyuvante del INAH, y el grupo infantil Cuidadores de Oxtotitlán, que ha servido para inculcar en los niños el apego a su cultura.
Eminentemente agrícola, la población nahua de Acatlán mantiene una fuerte relación con la naturaleza, su patrimonio cultural y sus tradiciones. pinturas rupestre