sábado, 10 de septiembre de 2016

Boca de Potrerillos, 15 años como Zona de Monumentos Arqueológicos

- El INAH conmemora ese decreto con el avance de 75 por ciento del registro 3D de petrograbados, con 17,000 imágenes analizadas
- También renovó las áreas de atención al público y amplió el sendero de visita con la restauración de un puente colgante que permite llegar al área del Promontorio

Boca de Potrerillos es el sitio arqueológico monumental del “Cuadrángulo Rupestre” del noreste de México, donde se concentra la mayor cantidad de sitios con grabados en roca de todo México y quizás del continente americano. Este 2016 conmemora 15 años como Zona de Monumentos Arqueológicos, con el avance de 75 por ciento en su registro 3D, nuevas luces en investigación y una reciente actualización de sus áreas de atención al público, que incluye cédulas lúdicas y un puente colgante.

Por decreto presidencial, el 26 de marzo de 2001, el sitio Boca de Potrerillos —ubicado a 14 kilómetros de la cabecera municipal de Mina, Nuevo León— fue declarado Zona de Monumentos Arqueológicos, por constituirse como uno de los mejores testimonios materiales de las desaparecidas culturas indígenas de cazadores-recolectores del noreste. Su esplendor radica en que ahí se han descubierto miles de rocas con varios millares de imágenes grabadas que han perpetuado la memoria cultural de grupos nómadas.

Los análisis de materiales indican 7,700 años de ocupación humana, que van del año 5920 a.C. a 1760 d.C., durante la época de contacto con los españoles. El sitio, bajo custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), consta de seis kilómetros cuadrados; es estudiado desde los años 90, fue constituido como zona arqueológica y abierto al público en 1995, cuando a la par de adecuar un sector para visita se diseñó un proyecto de investigación a largo plazo, que ha dado frutos importantes para el conocimiento de las bandas que dejaron su testimonio cincelado en las areniscas que afloran en tres elevaciones.

El arqueólogo Moisés Valadez Moreno, director del Proyecto de Investigación y Conservación del lugar, informó que con la intención de tener documentada de manera exacta la riqueza de imágenes que se despliega en las rocas de Boca de Potrerillos, se realiza un registro tridimensional que, a través de una especie de retícula virtual, concebida en cubos de 10 centímetros, permite determinar el área de cada imagen representada en una roca.

Es un sistema específico para arte rupestre diseñado por el mismo arqueólogo, que hace el registro tridimensional a través de retículas desmontables que se adecúan al tamaño y forma de cada roca, de uno hasta varios metros.

El avance a la fecha es de 75 por ciento, con 17 mil imágenes registradas, de las cuales ahora se conoce su posición precisa en la superficie de cada roca y el área donde se halla cada una éstas, lo que contribuye también a su protección. Faltan alrededor de mil rocas por registrar, con varios motivos en cada una de ellas, plasmados en diferentes épocas.

El arqueólogo comenta que a través del análisis de este registro, se ha descubierto que los grabados no se hicieron de manera arbitraria, sino con un orden cosmogónico: ciertas figuras se ejecutaron orientándolas hacia un punto cardinal específico, por ejemplo, hay motivos que siempre miran al oriente, como los que parecen estar relacionados con la lluvia, la fertilidad y los mitotes. También se ha observado que algunas rocas están grabadas en un solo sentido.

Asimismo, la ubicación de las imágenes dentro del sitio guarda relación entre la iconografía y la geografía: en la parte alta del cerro predominan los diseños relacionados con el paisaje y los astros; en la zona media están las escenas de cacería y el venado, y en la más baja, los motivos que aluden al agua, los arroyos, la lluvia.

Los cazadores-recolectores por lo regular desplazaban su dominio habitacional dentro de circuitos de 50 a 100 kilómetros, dijo Moisés Valadez, quien a partir de esa premisa ha hecho recorridos de superficie en un área similar, en torno a Boca de Potrerillos, y ha descubierto miles de vestigios rupestres que dibujan el rastro de campamentos estacionales; es decir, los grupos humanos se establecían temporalmente en un sitio y cambiaban de ubicación con cada estación del año para dar tiempo a la regeneración de la naturaleza, tras el periodo de explotación de recursos.

“Pensamos que en Boca de Potrerillos se habitaba particularmente en otoño”, comentó Valadez. En la poligonal de seis kilómetros, el arqueólogo ha descubierto restos de fogones (semejantes a un pozo de barbacoa, donde se asaba carne de venado y corazones de agave para obtener alimentos y bebidas), piedras quemadas, instrumentos de molienda y cientos de puntas de proyectil de distintas antigüedades, que van desde hace siete mil años hasta mediados del siglo XVIII.

Los materiales hallados le han llevado a considerar al sitio como un conjunto de ocupaciones de carácter monumental y advierte esos cambios en los petroglifos que fueron regrabados en varios momentos, con imágenes sobrepuestas en distintas épocas.

Boca de Potrerillos posee la mayor concentración de petrograbados en todo el país y se ubica dentro de lo que Moisés Valadez llama el “Cuadrángulo rupestre”: una gran área geográfica que abarca las ciudades de Monclova a Saltillo, en Coahuila, y Sabinas Hidalgo a Monterrey, en Nuevo León, donde se agrupa la mayor cantidad, probablemente de América, de sitios con grabados en piedra.

En 2015, el INAH festejó 20 años de apertura al público de Boca de Potrerillos. Para mejorar las condiciones de visita y transmisión del conocimiento, la Dirección de Operación de Sitios, el Centro INAH Nuevo León y el gobierno estatal trabajaron de manera conjunta para actualizar los antiguos cedularios del Museo de Sitio y la zona arqueológica, con nuevas propuestas informativas, que lejos de ser fichas técnicas ofrecen datos interesantes para conocer a los antiguos habitantes de Boca de Potrerillos.

También se renovó el área de servicios, ahora hay senderos enlajados, varias pérgolas de madera sombreadas y con bancas que permiten descansar del intenso sol, sanitarios totalmente remodelados, nuevas áreas de estacionamiento, señalización desde la terracería de ingreso y a lo largo del área de visita, accesos para personas con capacidades diferentes y un puente colgante recién restaurado que conecta, por encima del arroyo Los Indios, con el área conocida como Promontorio, que era difícil de visitar y donde se concentran cerca de 500 grabados.

En Boca de Potrerillos hoy se pueden recorrer cerca de siete hectáreas con más de mil petrograbados en las floraciones rocosas del desierto. Boca de Potrerillos