México (Notimex). El escudo nacional, la imagen de un águila parada sobre un nopal que devora una serpiente, es un emblema de pertenencia y unidad que ciudadanos del país y de varias partes del mundo identifican, aseguró el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.
En declaraciones difundidas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Matos Moctezuma explicó que el símbolo patrio alude en tiempos antiguos al dominio que los mexicas ejercieron sobre otros pueblos mesoamericanos, el cual quedó registrado en representaciones tempranas del emblema.
Prueba de ello fue el Teocalli de la Guerra Sagrada, un monolito del Posclásico Tardío (1250-152 d.C) que narra el episodio en que su fundador y deidad Huitzilopochtli venció en batalla a su sobrino Copil, cuyo corazón arrojó en un lago para que surgiera el "tenochtli" (tunal).
De acuerdo con su profecía, sobre aquel lugar debía posarse el águila que salió de Aztlán para la fundación de México-Tenochtitlán.
Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia, coincidió con Matos en que hacia 1521, la importancia del águila para los aztecas y otros pueblos junto con la familiaridad de los conquistadores respecto al ave, utilizada en el escudo de los Austrias españoles, permitieron la conservación del símbolo.
"El primer mestizaje, en términos heráldicos, se da cuando Hernán Cortés usa en sus documentos el águila del antiguo régimen, colocada sobre el puente del escudo de Carlos I, para sacralizar el símbolo pagano, pero también para destacar al rey la importancia de haber conquistado a un imperio tan grande como el romano", apuntó.
Posteriormente, los criollos imprimieron un carácter laico en el símbolo durante los siglos XVII y XVIII. El imperio de Agustín de Iturbide y la república de Guadalupe Victoria utilizaron la figura del águila y la serpiente en sus escudos y banderas, destacó Eduardo Matos.
"Tras la Independencia, el águila se plasma como un símbolo nacional ante la necesidad de crear un vínculo con el México que había sido interrumpido por España. Es decir, había que argumentar que la nueva nación tenía su origen en otra gran nación", comentó.
Desde entonces se incorporaron elementos como las ramas de laurel y encino como representación de triunfo y fortaleza. En 1880 el águila de frente y alas extendidas se unificó para formar el emblema porfirista, el cual permaneció vigente hasta 1916.
En ese período, Venustiano Carranza encargó rediseñar el escudo a los artistas Jorge Enciso y Antonio Gómez, cuyo trabajo fue usado como base en 1968 por el ilustrador Francisco Eppens Helguera, creador del actual escudo nacional.
"Los mexicas lograron imponer su símbolo, su lengua náhuatl, su gentilicio e incluso el nombre de su pueblo a una nación más grande que todos los territorios que conquistaron", agregó el arqueólogo.