Dos galeristas frustrados fundaron hace medio siglo un mercado de arte en Colonia y, con ello inauguraron una nueva época en el mundo del arte. Estos días, la Art Cologne festeja su medio siglo de vida.
Dos primitivas mamparas de madera separaban a las galerías. En ellas colgaban cuadros sin adorno alguno, con un letrero que indicaba el precio. En el vestíbulo y el salón principal del Gürzenich, el histórico recinto del gótico tardío en el corazón de Colonia, hay un ambiente como de bazar. Cuando abre sus puertas el “Mercado de arte 67”, los compradores de arte acuden en multitud. Miran y compran. Lo que comenzó siendo un experimento fue todo un golpe y cambió radicalmente el comercio con obras de arte. Fue el nacimiento de la Art Cologne, que en estos días celebra su 50 aniversario.
En aquellos días, el comercio artístico pasaba por una profunda crisis. “A los galeristas no nos iba bien”, recuerda Rudolf Zwirner. Agobiado por la primera gran recesión de la posguerra y frustrado por el desinterés en la obra de artistas jóvenes tanto en Alemania como en Estados Unidos, Zwirner, su colega Hein Stünke y otros 16 galeristas se agruparon en la “Asociación Progresista de Comerciantes Alemanes de Arte”. Ésta organizó el primer “Mercado de arte 67”: una feria nacida de la necesidad, y sin embargo, revolucionaria, como la calificó Günter Herzog, director del Archivo Central de Comercio Internacional de Arte en Colonia. Al final, 15.000 personas pudieron “comprar cosas que hasta entonces solo se veían en exposiciones o en museos”, dice Herzog.
Arte como mercancía
También esto era algo nuevo y rompió todo un tabú. “El que pudieran verse abiertamente los precios, y que uno pudiera enterarse exactamente de cuánto costaba un Picasso, era algo hasta entonces inimaginable”, dice Zwirner a DW. La comercialización abierta de obras de arte irritó a los comerciantes de la vieja guardia. “Fue como una secularización, como una blasfemia”, dice Herzog. La primera exposición duró cinco días y se alcanzó un volumen de ventas de un millón de marcos.
Todo esto le causa una sonrisa al actual director de la Art-Cologne, Daniel Hug. Él afirma que el logro más importante de la feria es que “democratizó al arte”, en tanto llevó el comercio artístico a un público más amplio. Esto fue un cambio radical. Hoy se realizan muchas ferias de arte en todo el mundo. “El público ha crecido enormemente. El arte ya no es algo exclusivo de los eruditos ni de los más ricos”, dice el entrevistado.
La Art Cologne se transformó en un espejo del comercio internacional con obras de arte en todo el mundo. Surgió la competencia y vinieron altas y bajas. Además se cometieron errores estratégicos: los organizadores promovieron demasiado tarde la internacionalización de la feria o eligieron fechas inadecuadas. Además perduraron los efectos de la guerra. Los coleccionistas judíos evitaban el suelo alemán. Así fue como la feria Art Basel llegó a superar a la de Colonia, estableciendo una diferencia que pesa hasta nuestros días.
Como sea, la Art Cologne ha escrito una página de historia en el mundo del arte. Luego de crisis y de algunos años de vacas gordas, la feria se ha reencontrado con su público más leal. Hoy incluye tanto a artistas clásicos modernos como arte de la posguerra y corrientes contemporáneas. DW.COM | 13.04.2016