Muchos de los aspectos de
la mayor parte de los personajes de las obras de Sherlock Holmes, incluido el
inquilino del 221B de Baker Street, pasan al dominio público.
Básicamente,
como bien explica The New York Times,
esto abre la puerta a nuevas
aventuras holmesianas nunca escritas y que, con mejor o peor fortuna,
ensayan algunos de vez en cuando y a la explosión de un universo por explorar.
Como bien saben los aficionados a Holmes, él aparece en 60 historias y hay al
menos otras 102 sólo nombradas y personajes poco perfilados. Estos huecos han sido rellenados
históricamente por autores que inventan nuevas aventuras, entre ellos uno de
los demandantes. Hay algunas de ellas,
como La aventura del quinteto inacabado (Santiago R. Santebrás, Anaya) o The
seven per cent solution (Nicholas Meyer) que son una delicia.
Si
tenemos en cuenta que, como bien es sabido, nunca se pronunció aquello de
"Elemental, querido Watson" o que ni siquiera la pipa de Holmes o el
sombrero aparecen caracterizados en las novelas tal y como recordamos (todo
esto es influjo directo de las adaptaciones cinematográficas y en especial de
la del gran Billy Wilder) podemos hacernos una idea de las perspectivas que se
abren ahora que no hay que pagar derechos para usar a los personajes.
El
editor Leslie S. Klinger interpuso en febrero de 2013 una demanda civil para no
pagar derechos por la edición de la obra New Annotated Sherlock Holmes, 3.000
páginas que incluían una nueva colección de relatos escritos por distintos
autores y editados por el demandante y Laurie R. King, que a su vez es autora
de una serie muy recomendable protagonizada por Mary Russell, esposa de Holmes.
El
fallo del juez federal Rubén Castillo, a finales del pasado mes de diciembre,
llega cuando, con mayor o menor fidelidad, Holmes triunfa en la gran serie de
la BBC que ya ha estrenado tercera temporada y se han hecho adaptaciones como
Elementary, con Watson en femenino y en la Nueva York actual. La sentencia dictamina que todos los aspectos
de los personajes de las obras publicadas antes de 1923 pasan a dominio
público. Hasta esa fecha se escribieron cuatro novelas y 46 relatos cortos.
Con
anterioridad, los demandantes ya habían pagado 5.000 euros por otros relatos
inspirados en las andanzas de Holmes, pero en este caso decidieron recurrir a
los tribunales cuando recibieron una carta de Conan Doyle Estate Ltd., la
entidad gestora de los derechos, con sede en Londres, asegurando que se encargarían
de que el libro no se vendiese en Amazon o Barnes&Noble si no se pagaban
más derechos.
Hay
aspectos concretos introducidos en las historias después de 1923, como por
ejemplo la carrera de Watson como jugador de rugby, que quedan protegidos. Los
abogados de los herederos de Doyle querían preservar más características de las
novelas anteriores a 1923, como algunos rasgos, pasiones y adicciones de
Holmes, argumentando que son esencias de los personajes que luego siguen más
allá de 1923.
Los
fans lo discuten y celebran en la etiqueta de Twitter #FreeSherlock. Esperemos
que el resultado de todo este embrollo sea la creación de buenas aventuras.
Lean y disfruten.
Publicado en
El País Blogs