Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en
nuestro país, plasmó en su diario la situación política y la vida cotidiana en
la primera mitad del siglo XIX.
El documento tiene como particularidad haber sido
escrito en el sistema taquigráfico de aquella centuria.
Los años convulsos de la primera mitad del siglo XIX, cuando
un espectro político más complejo que el de liberales y conservadores se
disputaba el poder en México, han quedado plasmados en diversas
investigaciones, entre las que sobresalen los testimonios de Ángel Calderón de
la Barca, primer ministro de España en nuestro país, cuya mirada sobre la
situación política y la vida cotidiana del México independiente se desveló en
su diario, que tiene como particularidad haber sido escrito, en parte, en un
sistema taquigráfico de aquellos años.
Dicho manuscrito permanece resguardado en la Biblioteca
DeGolyer de la Universidad Metodista del Sur, en Dallas, Texas, donde fue
consultado por el historiador Miguel Soto, quien logró transcribir este volumen
para ponerlo al alcance de los lectores en una edición que incluye un estudio
introductorio, notas críticas y un epílogo. Su investigación lo hizo acreedor
al Premio Francisco Javier Clavijero 2013 de Historia y Etnohistoria, otorgado
recientemente por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El profesor e investigador de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNAM comentó que el estudio del texto representó un reto
considerable, ya que la taquigrafía del siglo XIX no tiene nada que ver con los
sistemas actuales.
“Para transcribir el manuscrito, un bibliotecario de la
Universidad de Texas en Austin, Adán Benavides, me facilitó varios manuales de
taquigrafía de aquella época; el idóneo fue el de Francisco de Paula Martí, así
que me pasé seis meses encerrado, sin televisión y aprendiendo taquigrafía. Lo
complicado es que más allá de la identificación de los símbolos, había
terminaciones que dificultaban entender el sentido de las palabras. Por otra
parte, es evidente que don Ángel y su esposa Fanny hablaban entre sí en inglés,
por ello su texto contiene anglicismos que resultaron particularmente difíciles
de traducir”.
Ángel Calderón de la Barca es identificado comúnmente como
“el esposo de Fanny Calderón de la Barca”, famosa por la correspondencia que mantuvo
con su familia radicada en Boston, conocida como La vida en México durante la
gestión diplomática de su esposo (1840-41).
El ministro describió en su diario la situación política no
sólo de México sino de España también, y aún sin proponérselo ofreció una
visión paralela de ambos países. “Calderón de la Barca era un representante de
los intereses de su país, pero manifestó una sensibilidad particular hacia lo
americano, en razón de su origen argentino. Esta condición le permitió
familiarizarse con los políticos mexicanos a quienes llamaba “paisanos”.
Hijo de españoles, pero nacido en Buenos Aires en 1790, el
diplomático plasmó en su diario la difícil situación por la que atravesaba su
país con motivo de la sucesión al trono. “Era una etapa de gran inestabilidad
en la que los monarcas servían prácticamente de decoración, porque los
militares eran los que realmente se disputaban el poder, de la misma manera que
ocurría en México”.
A esto se debió que su nombramiento haya durado apenas un
año, aunque permaneció aquí varios meses más mientras llegaba su reemplazo. En
este breve lapso, España seguía manifestando sus aspiraciones de recuperar
México, pero Ángel Calderón de la Barca tuvo una percepción muy aguda de que si
alguien podría establecer una monarquía en nuestro territorio sería Francia, al
tiempo que vislumbraba los afanes de intervención estadounidense.
Tanto él como su esposa eran académicos muy dados a la
lectura y conocedores de diversos idiomas. En su diario aparecen
transcripciones en alemán, latín, francés e inglés. Había toda una gama de
perspectivas sobre México y a ambos les sucedió algo similar: primero, un
rechazo muy fuerte hacia lo exótico y distinto, desde la comida, el ambiente,
el trato de las personas; sin embargo, luego se generó un proceso de
asimilación y de integración en donde los dos acabaron siendo conquistados.
“En el caso de doña Fanny es muy claro con las corridas de
toros y el pulque, pues tras el rechazo inicial, en sus cartas reveló su
preocupación por lo que iba a hacer sin esta bebida cuando se fuera de México.
Con el paso de los años ella se convirtió al catolicismo, luego de conocer la
cultura latina católica e hispana a través de nuestra nación”.
Miguel Soto señaló que al revisar la correspondencia de la
señora Fanny, encontró que varios de sus juicios procedían de textos como los
de Lorenzo de Zavala, José María Gutiérrez de Estrada e incluso de Alexander
von Humboldt, “aunque no los citó. La descripción que hizo, por ejemplo, de los
léperos en México, es muy similar a la de Lady Morgan sobre los lazzaroni en
Nápoles”.
Ángel Calderón de la Barca también sostuvo buena relación
con personajes del ámbito académico mexicano, entre ellos Lucas Alamán, Manuel
Eduardo de Gorostiza y el Conde de la Cortina. “Fue un contacto muy interesante
y durante su gestión diplomática colaboró en la fundación del Ateneo Mexicano”.
Además, gracias a un obsequio de William Prescott, los Calderón fueron de los
primeros introductores del daguerrotipo en nuestro país.
El libro, publicado en coedición con la Secretaría de
Relaciones Exteriores y la Universidad Metodista del Sur de Dallas, “es un
material que ilumina los años inmediatos anteriores a la guerra entre México y
Estados Unidos. Además, muestra las similitudes de nuestro país y España en ese
proceso complicado de transición hacia un orden más democrático y secular, en
el caso nacional con instituciones republicanas”.