Gabriel y su codiseñador, Robert Lepage, crearon un espectaculo insuperable: coherente, imaginativo, impactante y emocionante.
En el escenario circular en el centro del auditorio, ideal para ver casi todo desde cualquier ángulo, se ponen en juego diferentes recursos que captan la atención del público y que ayudan a que se disfrute de las canciones como si de una fiesta se tratara.
Gabriel es un cantante al que le gusta lo dramático. Esto ya le viene de sus tiempos de Genesis, grupo del que fue miembro fundador y en el que se mantuvo hasta su partida en 1975.
Los disfraces y las interpretaciones casi actorales se sucedían en los conciertos del grupo, culminando con la que fue su última gira con ellos, la del disco The Lamb Lies Down On Broadway.
Por lo tanto, no es extraño que en su carrera en solitario explote esa faceta… aunque atrás quedaron los disfraces, y ahora lo que se intenta dramatizar es el ambiente de cada tema, bien con los gestos y movimientos, bien con la posición de los instrumentistas, las luces y los colores o los elementos móviles del escenario.
Uno de estos elementos que utiliza en esta última gira es la plataforma elevada por encima del escenario. Pueden verla sobre él, cubierta en su parte inferior por una enorme tela blanca que hace los efectos de pantalla para la proyección de colores que realzan el escenario circular sobre el que están los músicos.
Al espectáculo en sí unimos unas canciones estupendas y unos intérpretes de altísimo nivel, como resultado tenemos uno de los mejores conciertos posibles.