La ampliación de la línea 12 del Metro sacó a
la luz numerosos vestigios prehispánicos, entre ellos tres cráneos humanos y
uno de perro colocados en un altar y un centenar de entierros, informó hoy el
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los descubrimientos fueron resultado de casi cuatro años
de labores realizadas entre octubre de 2008 y agosto de 2012, cuyos resultados
se dieron a conocer el 30 de diciembre de 2013.
Arqueólogos del INAH indicaron que los cráneos pertenecieron a un “tzompantli”, un espacio donde se insertaban en hileras las cabezas producto de sacrificios humanos.
La arqueóloga María de Jesús Sánchez afirmó que en los ritos funerarios prehispánicos los perros acompañaban a los difuntos en su camino al inframundo, pero que nunca antes se había encontrado el cráneo de un cánido en un altar de este tipo.
Los cráneos presentaban una perforación en la sien, lo
que hace presumir que les fue atravesada una vara para poderlos colocar y que
después esa vara se retiró.
En la ciudad de México se han encontrado hasta ahora
escasos “tzompantlis”, en las áreas de Tlatelolco y del antiguo Templo Mayor de
los aztecas.
Dos cráneos de individuos del sexo masculino de entre
25 a 35 años, uno de una fémina de entre 18 a 22 años y el de un cánido,
pertenecientes a un Tzompantli que datan del periodo Posclásico Tardío
(1350-1521 d.C.), fueron algunos de los hallazgos arqueológicos en las obras de
la Línea 12 del Metro.
El Tzompantli es un lugar donde se colocaban en filas los
cráneos de las víctimas, en tiempos de los aztecas. Así lo dieron a conocer en
un comunicado la bióloga María de Jesús Sánchez Vázquez y la arqueóloga
Georgina Tenango Salgado, de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al ofrecer un balance de
los descubrimientos realizados de octubre de 2008 a agosto de 2012, a lo largo
de 24.5 kilómetros de extensión de dicha línea de transporte subterráneo.
Destacaron que los estudios que realizaron revelaron que los
cuatro cráneos pertenecieron a un Tzompantli, el primero de ellos
correspondiente a un perro -que por vez primera se halla en este tipo de
altares-, además los cráneos de las personas presentan una perforación a la
altura de la cien lo que indica que pudieron haber sido atravesados con una
lanza para para colocarlos en el tzompantli, además de que estaban orientados
hacia el suroeste.
Respecto a la presencia del cánido, María de Jesús Sánchez
señala que quizá se deba a que los perros estaban relacionados con los ritos
funerarios, para que acompañaran a los difuntos en su camino al inframundo,
pero es la primera vez que se tienen referencias del cráneo de uno de estos
animales en un Tzompantli.
Tales osamentas se sumaron a las evidencias de asentamientos
prehispánicos detectadas: casas habitación, tlecuiles, pisos, canales de piedra
y lajas, esculturas, abundante material cerámico y lítico, y un centenar de
entierros, en su mayoría de infantes.
Al referirse a los demás vestigios, las especialistas
señalaron que en el intertramo de las estaciones Atlalilco-Mexicaltzingo,
hallaron evidencias de asentamientos prehispánicos consistentes en muros de
casas habitación, tlecuiles, pisos y apisonados, un canal hecho con piedras y
lajas, dos esculturas, lítica, abundante material cerámico del tipo Azteca II y
III, y 63 entierros entre los que predominaban infantes depositados en ollas y
directo en la tierra, algunos con ofrenda.