Para los antiguos mexicas, el arte de gobernar requería de una educación rígida con castigos severos que incluían la pena de muerte, pues debían contar con un alto sentido de responsabilidad para regir los destinos de la sociedad.
Los hijos de los nobles aztecas, conocidos también como pipiltin, eran educados desde los seis y hasta los 15 años en el Calmécac, institución educativa en la que lejos de contar con privilegios, debían barrer, acarrear leña, participar en obras públicas y en la agricultura.
"No existía un trato especial y la única diferencia con el Telpochcalli (escuela para la gente común) estaba en el tipo de conocimiento que recibían, pero sobre todo en la rigidez", afirmó Carlos Javier González, director del Museo del Templo Mayor (MTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).