Uno de los conceptos más caros de Octavio Paz fue el de la pluralidad: el del concierto de voces y correspondencias que constituye nuestro mundo. No una idea única y central sino una diversidad armónica.
No una verdad sino varias versiones de la realidad. No un monólogo sino una conversación. Apostó por la pluralidad y el contrapunto y esa decisión le costó que los poderes lo mirarán con recelo, que no supieran qué hacer con sus disensos y su defensa de la libertad.
Hoy se le honra en la Cámara de Diputados y el círculo se cierra: su voz puede sonar aquí y allá como la del individuo libre y valiente que siempre fue.
Hoy se le desagravia. Agradezco en su nombre el reconocimiento que se le brinda y los invito a seguir su ejemplo de respeto y amor por las ideas y los ideales, de concebir la crítica como una forma de la honestidad, de no uniformarse porque sí, de reconocer en el debate libre uno de los instrumentos mayores de las democracias.
Por un concierto de voces e ideas, y no una Babel de monólogos simultáneos.
Muchas gracias,
Marie Jo Paz
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