(EFE). La exposición "El Infierno según Rodin" abre mañana en el Museo dedicado al escultor francés en París, pero la temporada teatral propone ya premonitorios avernos desde diferentes escenarios como el Odeón, la Comédie-Française y LeCentquatre.
En el Teatro Berthier, segunda sala del Teatro de Europa del Odeón, triunfa pese a su crudeza y sus 11 horas de duración "2666", adaptación de la también inmensa novela del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003), creada por Julien Gosselin con su compañía, Si vous pouviez lécher mon coeur (Si pudierais lamer mi corazón).
Las violaciones y asesinatos impunes de miles de mujeres obreras perpetradas desde 1993 en Ciudad Juárez (México) -que Bolaño situó en la ciudad imaginaria de Santa Teresa- convergen hora tras hora en la pieza como en las cinco secciones en que se divide el libro.
Gosselin (1987) dice no saber si está de acuerdo con el escritor cuando afirma -en la página 529- que "nadie se ocupa de estos asesinatos, pero en ellos se oculta el secreto del mundo".
"No sé siquiera si lo pienso, pero eso me mata", declaró al diario Le Monde poco antes estrenar su adaptación este verano en el Festival de Aviñón y conquistar una primera vez al público.
"Donde estoy loco por Bolaño -añadía- y donde siento una fraternidad total con él es en su visión de la literatura. Cree en ella (...) con visión de combate, de samurái, como diría él mismo".
En París, la pieza termina su aplaudida andadura este domingo para salir de gira por cinco ciudades francesas y luego viajar a Holanda, en mayo de 2017.
"2666" no solo comparte con "Les Damnés", montaje de Ivo van Hove para la Comédie-Française, el sofisticado uso del cine y la filmación que practican sus respectivos directores.
Les une igualmente la II Guerra Mundial y el nazismo. En la novela póstuma de Bolaño el practicado en su juventud por el futuro secreto escritor Benno von Archimboldi, personaje al que cuatro profesores admiradores suyos deciden buscar por el mundo, en un periplo que les conduce a México y a los horrores de Santa Teresa.
Fechado en 1933, el infierno de Van Hove (1958) está, en cambio, solo en sus albores, como en el filme de Lucchino Visconti que lo inspiró: "La caída de los dioses", sobre el pacto asesino entre nazis y herederos del gran industrial del acero alemán Joachim Von Essenbeck.
En "El Francés", como se conoce también a la popular y celebrada 'Casa de Molière', previenen que ciertas escenas "son susceptibles de herir la sensibilidad de los más jóvenes".
Lo son, en efecto, pero el magistral montaje y el trabajo de sus intérpretes, de Elsa Lepoivre, a Denis Podalydès o Guillaume Gallienne, puede con todo. En París como en el Patio de Honor del Palacio de los Papas de Aviñón, cuyo festival abrió este año.
Otros horrores de la guerra, los contados por Shakespeare en "Macbeth", dieron a la directora brasileña Christiane Jatahy (1968) su también a veces muy cruda instalación audiovisual-'performance' "A Floresta que anda" (El Bosque que anda).
En virtud de una colaboración con el Odeón, la obra de Jatahy estará hasta el 22 de octubre en LeCentQuatre, institución descubridora y defensora de su talento desde 2013.
Que la vida humana puede arruinarse sin perversión alguna a la vista, ni tampoco masacres sanguinarias, es algo que confirma el Teatro del Vieux-Colombier gracias a un Chéjov que es ya historia.
Imposible encontrar entradas para ver ese "Vania (inspirado en 'Tío Vania')", antes de que el 6 de noviembre desaparezca de la cartelera de la segunda sala de la Comedia Francesa.
Dirige la pieza Julie Deliquet, figura de la joven hornada de grandes directores franceses capaz de llevar de la improvisación a la máxima fidelidad al texto, y a una rara perfección colectiva, a las inmensas figuras que viajaron con ella, como Dominique Blanc, Hervé Pierre o Laurent Stocker.