México, Jun (Notimex).- “Aquiles o El guerrillero y el asesino”, del escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012), “más que una simple obra inédita es el impagable testamento literario de uno de los mejores narradores de una generación de gigantes”.
Un escritor que supo trascender su condición de mexicano para retratar, como nadie, la sangrante, convulsa e intrincada realidad latinoamericana, aseveró el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), José Carreño Carlón, al presentar la novela en la que el autor invirtió más de dos décadas de trabajo creativo.
Para el director de la casa que coeditó el material, “Aquiles o El guerrillero y el asesino” refleja el sello literario y la personalidad de Carlos Fuentes, intelectual y diplomático de fama mundial y uno de los principales exponentes de la narrativa mexicana.
Es también, quizá, la obra más personal, incómoda y comprometida de Carlos Fuentes. No en vano, el mexicano ganador del Premio Cervantes 1987 aún trabajaba en sus distintas versiones cuando lo sorprendió la muerte.
Lo espinoso del tema, junto a las dificultades para dar con el tono adecuado y el esquivo desenlace del proceso de paz en Colombia fueron, sin duda, los motivos de dicha dilación para ponerle el punto final. ¿Ultima versión?, si es acaso la definitiva, si está inconclusa o no, es algo que sólo el autor podría responder, explicó.
En todo caso, subrayó, el manuscrito que dejó revela a un Carlos Fuentes en estado puro, maduro y en el esplendor de sus dotes narrativas, e incluso hasta un tanto más osado en su planteamiento y desarrollo formal que en otros libros anteriores. Y esto sitúa esta novela en un lugar destacado en su trayectoria.
A medio camino entre la crónica, la biografía novelada y la ficcionalización de un suceso real, Fuentes toca aquí un episodio traumático de la historia colombiana: El asesinato de Carlos Pizarro Leongómez, el 26 de abril de 1990; un joven sicario le disparó a quemarropa 15 balazos en un vuelo de Avianca, de Bogotá a Barranquilla.
Ajusticiado el asesino por los guardaespaldas de Pizarro, en su zapato se encontró una nota en la que reclamaba el pago de los dos mil dólares a su “mamacita”, prometidos por el trabajo. Nunca quedó claro si había sido contratado por narcos, paramilitares o por agentes del poder y la política colombiana empeñados en abortar la paz.
Carlos Pizarro, alias el “Comandante Papito”, dado su magnetismo y aspecto físico, era el fundador y máximo dirigente del movimiento guerrillero M-19. En el momento de su asesinato, había trocado el fusil por los votos: El carismático líder revolucionario había depuesto las armas, iniciando un proceso de paz.
Para Carreño, los lectores en español están ante un suceso sin precedentes, el cual involucra lo cultural, lo literario y lo editorial.
En lo cultural, dijo, el libro coeditado por el FCE es un gran detonador de la obra de Fuentes y sus temas, quien a cuatro años de su muerte está más vigente que nunca; en lo literario, es una novela inédita trabajada por el escritor durante 20 años, y en materia editorial, reúne el esfuerzo de dos grandes sellos (FCE-Alfaguara).
Sin duda, abundó, con edición y prólogo de Julio Ortega, esta nueva entrega mantiene la ruta que marcaron obras ya clásicas como “La región más transparente” (1958), “Las buenas conciencias” (1959), “La muerte de Artemio Cruz” (1962), “Aura” (1961), “Cantar de ciego” (1966) y la novela “Zona sagrada” (1967), entre otras más.