Ciudad de México, 22 de junio, 2016 (Notimex). Hugo de Mendoza y Fernando Salazar, editor y coeditor de El Golem Editores, respectivamente, coincidieron en que “actualmente existen en la Ciudad de México y gran parte del país, muchísimos talleres literarios, tantos, que resulta casi imposible censarlos para conocer su número exacto”.
Poeta, tallerista y obsesionado por crear tertulias, De Mendoza añadió que prácticamente en cada esquina de la colonia Roma, de Coyoacán o del Centro Histórico, hay un taller de literatura, mismos que son auspiciados por instituciones oficiales (Secretaría de Cultura federal) y los que generan los mismos escritores, quienes convocan e imparten su taller.
Lo anterior significa que los talleres literarios viven en México un momento de enorme crecimiento y dentro de ellos, terció Salazar, “La calle es muy ancha y eso permite que cada participante del taller tiene el principio de definir qué desea hacer, si es un escucha, si pretende hacerse de lecturas que enriquezcan su espíritu o tiene la idea de escribir.
Entrevistados minutos antes de dar comienzo la mesa “Pasado y presente de los talleres literarios”, tercera sesión dentro del ciclo “Crítica y pensamiento sobre la poesía y narrativa”, que organiza El Golem Editores en la Casa del Poeta “Ramón López Velarde”, de la colonia Roma, De Mendoza y Salazar dejaron ver su pasión por impartir talleres.
“Nosotros tenemos un taller literario. Lo que nos interesa es fomentar una conciencia y una memoria del pasado literario en español. Logramos el objetivo cuando los asistentes al taller nos muestran sus textos y los revisamos, a partir de la crítica como un medio de aprendizaje de la escritura”, dijo el coeditor del citado sello independiente.
Para De Mendoza, la escritura permite un trabajo prolífico, ha experimentado mutaciones asombrosas y todavía hay quienes conservan los cánones establecidos para ella.
“Hoy hay grupos que promueven una determinada función estética, política o creativa. Pero dentro de la individualidad cada quien lanza sus fundamentos, que a veces van contra lo formal”.
Sin embargo, abonó, “hay otros grupos que fundamentan sus cánones en los cánones más arraigados para creer y crear una literatura más pulcra y seria”, y reconoció que ese tipo de fenómenos se ha dado desde el 31 de diciembre de 1921 en la Ciudad de México, cuando nació el Estridentismo, movimiento interdisciplinario artístico y de vanguardia.
Por otro lado, subrayó que en la actualidad los medios electrónicos se han convertido en una plataforma de lanzamiento desde donde muchas personas, físicamente alejadas de los centros de creación literaria, porque esa actividad todavía está de un modo centralizada, publican poemas o cuentos breves y se siente orgullosas por compartirlos y tener likes.
“No son pocos los casos de personas que han alcanzado fama y renombre en el ambiente de las letras mexicanas, por la cantidad de admiradores y seguidores que tienen a través de las redes sociales; estamos viviendo una etapa en la que la escritura que ha tomado los elementos electrónicos convive con la palabra impresa y con la literatura performática”.
En los talleres literarios como el de los entrevistados, se trata de crear y recrear historias a partir de textos existentes, con la finalidad de obtener nuevas lecturas acerca de la vida y del mundo, advirtió De Mendoza, quien gustoso refirió que en todas las casas de cultura y otras instalaciones oficiales, “invariablemente se imparten talleres literarios y de poesía”.
No obstante lo anterior, su rostro se ensombreció al añadir que a pesar de esos esfuerzos gubernamentales y de la iniciativa privada, “hace falta que la sociedad tome parte todavía más activa.
Muchas veces se inscriben 20 personas y terminan sólo dos. Entre otras cosas, la gente debe preguntarse cuál taller es más funcional para su proceso literario creativo.
En ese sentido, puso en relieve que no hay talleres malos ni buenos, sino que cada uno es distinto a los demás y cada cual tiene sus particularidades. El problema es más social que del gobierno, porque la gente pretende convertirse ipso facto en un escritor de éxito, de acuerdo con lo explicado por el autor de poemarios publicados y varios todavía inéditos.