lunes, 29 de septiembre de 2014

El muralismo, emblema de la mexicanidad: Mary Coffey

- La profesora de la Universidad de Dartmouth habló de las 17 obras que conforman la colección permanente

El contexto artístico y controversial que envolvió a cada uno de los 17 murales que conforman la colección permanente del Palacio de Bellas Artes fue abordado por la investigadora Mary Coffey en la charla Los murales del Museo del Palacio de Bellas Artes, que se realizó este miércoles 24 de septiembre.

De acuerdo con la historiadora de arte, el muralismo pasó de ser un movimiento de arte radical para convertirse en emblema de la mexicanidad con la incorporación de las obras en los recintos museísticos del país.

Fue el caso del Palacio de Bellas Artes, donde antes de su inauguración en 1934 se comisionó a los artistas José Clemente Orozco y Diego Rivera para crear murales en el recinto.

Recordó que el Palacio, en un principio abierto bajo el nombre de Museo de Artes Plásticas, fue el primer museo de arte en México, con un acervo que incluía piezas del siglo XVI hasta los murales, así como una sala de escultura mesoamericana, otra de estampa mexicana y un Museo de Arte Popular que albergaba la colección de Roberto Montenegro.

Sobre el mural Katharsis, de José Clemente Orozco, explicó el estilo particular del artista y el uso de colores dinámicos con los que representó el caos de la modernidad y una crítica a la política de masas.

En el caso de El hombre en el cruce de caminos o El hombre controlador del universo, de Diego Rivera, destacó el obrero como eje central del mural que en su sección izquierda expone una crítica al mundo capitalista y en la parte derecha la caída del fascismo y una visión idealizada del mundo socialista.

Mary Coffey abordó otras piezas que fueron encargadas a principios de la década de los cincuenta, donde el arte mexicano se caracterizó por buscar algo figurativo e insertarse en el contexto internacional.

Se trataba de Tormento a Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, de David Alfaro Siqueiros, que deben apreciarse como una misma pieza, un díptico que integra una narración sobre la Conquista de México.

También un mural realizado en 1952 que no llegó a exhibirse en el Palacio de Bellas Artes, el mural Homenaje a la raza india, de Rufino Tamayo, en el cual se observa a una indígena vendedora de flores con un estilo cubista que lo inserta en la tradición de vanguardia europea y los murales Nacimiento de nuestra nacionalidad y México de hoy.

La actual profesora de la Universidad de Dartmouth de Arte Norte y Latinoamericano señaló que el último encargo para el recinto de mármol fue el mural Liberación o La humanidad se libera de la miseria, de Jorge González Camarena.

La obra fue financiada por banqueros y no un encargo federal, además representó un cambio en el pensamiento de la creación del muralismo, como una declaración momentánea mediante una interpretación plástica de la historia de México.

Sobre la interpretación de la iconografía de los murales de México, consideró que se centra en las representaciones de la identidad mestiza, el símbolo por excelencia del México posrevolucionario.

Agregó que en 1957 se colocaron otros murales que se ubicaban en diversos recintos de la ciudad y que marcaron el cambio del muralismo como práctica política al formar parte de la cultura oficial.

En la charla estuvieron presentes la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, y el director del Museo del Palacio de Bellas Artes, Miguel Fernández Félix.

Mary Coffey se especializó en la historia de la cultura visual mexicana moderna, con énfasis en el muralismo y la política de la exposición y ha publicado ensayos sobre temas de cultura visual.