México, 27 de diciembre, 2016 (Notimex). Desde finales del siglo XX y lo que va del XXI, la arqueología mexicana se ha visto enriquecida por la colaboración de químicos, geólogos, biólogos y especialistas de varias ramas, impulsando su prestigio a nivel internacional, destacó el arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma (1940).
El encargado de realizar las excavaciones en el Templo Mayor recordó que fue su antecesor Manuel Gamio (1883-1960), quien prácticamente inauguró la disciplina hace casi 100 años, a partir de diversas investigaciones a las que imprimió un toque humanista.
“México es un país con una riqueza arqueológica que se remonta al mundo prehispánico, aunque no había arqueólogos en un sentido estricto; y toda esa tradición cobra forma cuando la antropología surge como una disciplina consolidada, a través de un proyecto de investigación.
“En nuestro país, se concibe a la antropología, formada por lingüística, etnología y antropología social y física, es decir, se estudia al hombre integralmente, y todo esto tuvo su principio hace casi 100 años, en 1917, con Manuel Gamio, investigador mexicano quien instaló en Teotihuacan lo que llamó ‘La población del Valle de Teotihuacan' su investigación”, dijo Matos.
Recordó que esa investigación manejó dos categorías fundamentales: población y territorio; “y lo que hizo Gamio fue estudiar el mundo prehispánico, el colonial y el de plena Revolución, de tal suerte que invitó a una serie de especialistas que tenía una visión humanista”.
Matos Moctezuma, a quien la Universidad de Harvard creó una cátedra en su honor que arrancará actividades en el 2017, mencionó que cuando la antropología se consolidó en México, surgió como un “buen bien”.
“Es decir, ésta tratando de que sea el estudio del hombre mismo para tratar de mejorar esas poblaciones y Gamio lo hizo con ese intento y creo y estableció en Teotihuacán una serie de aspectos meteorológicos, programas de reforestación, etcétera; fue el primero que implementó entre los niños el desayuno escolar.
“De tal manera que ese es el sentido en donde nace la arqueología mexicana, ese sentido humanista, que el da el sello propio”, indicó el antropólogo, para quien en tono bromista, el sello distintivo y de calidad de la antropología, radica en que “la hacemos los mexicanos”.
Aclaró que sin el trabajo y aportaciones tanto de arqueólogos, restauradores, químicos, geólogos, biólogos, así como de una gran cantidad de especialistas, la arqueología mexicana simplemente sería difícil de entender.
Incluso, señaló, gracias a las colaboraciones de todo un equipo de expertos se pudo recuperar mucho cuando se descubrió el Templo Mayor.
“Desde el principio hubo todo un equipo de restauradores, hubiera habido mucha perdida de materiales, de color, de no ser por estas aportaciones”, concluyó.