Barcelona, 16 mar (EFE).- El Museo Picasso de Barcelona recorre en una exposición la dedicación del pintor español al género del retrato a través de más de 80 obras, realizadas entre 1895 y 1970.
La comisaria de la exposición, Elizabeth Cowling, explicó hoy en la presentación que su objetivo era "poner en relación el retrato y la caricatura, una cuestión que había sido ignorada en el caso de Picasso".
La comisaria también aborda el elemento humorístico, que no siempre ha sido tenido en cuenta: "Picasso es como Shakespeare o Balzac, artistas que son capaces de variar su estado de ánimo, y el humor juega un papel relevante".
En la exposición, que estará abierta al público hasta el 25 de junio, se pueden contemplar 24 óleos, 33 dibujos, 6 esculturas, 8 fotografías y 7 grabados, algunas provenientes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como el MOMA, el MET y el Guggenheim de Nueva York o el Museo Picasso de París.
La exposición que, con algunas variaciones, se exhibió hace unos meses en la National Portrait Gallery de Londres, pone el acento en la relación e interacciones que existen entre el retrato y la caricatura, que el artista comenzó a cultivar desde muy joven.
En Barcelona no se muestran todos los autorretratos que se pudieron ver en Londres, porque, según la comisaria, "aquí ya hubo una exposición de 'Autorretratos' hace dos años".
Sin embargo, añadió Cowling, se han conservado obras emblemáticas, como su "Autorretrato con peluca" (1900), "Viejo sentado" (1970-71) y "Figuras al estilo de Rembrandt" (1967).
Según la comisaria, "el retrato es para Picasso una forma de mascarada, una manera de jugar un papel imaginándose como personaje de finales del siglo XVIII, que podría haber sido pintado por Goya; y además tiene un elemento de caricatura".
Con la excepción del retrato de Elena Rubinstein, Picasso apenas trabajó por encargo y prácticamente todos sus retratos y caricaturas representaron a gente de su círculo íntimo; en ocasiones trabajando al natural y en otras a partir de fotografías.
Unas veces confiaba en su formidable memoria y otras utilizaba todos esos recursos al mismo tiempo.
Libre de presión externa, interpretó a sus modelos de acuerdo con su visión y percepción de ellos, eligiendo el estilo y el medio que consideró más expresivo o apropiado en cada ocasión.
Así, el mismo modelo podía ser representado de maneras sorprendentemente distintas y en estados de ánimo sorprendentemente diferentes, como es el caso de su amigo Jaume Sabartés, que en la exposición aparece retratado al natural en un dibujo y distorsionado bajo el filtro cubista en el conocido cuadro "Jaume Sabartés con gorguera y sombrero" (1939).
Las libertades que Picasso se tomó con el aspecto natural de sus modelos y su subversión del decoro fueron de la mano de un constante y profundo compromiso con las tradiciones del retrato occidental, incluida la fotografía.
Para la gran mayoría de sus retratos utilizó el repertorio conocido de poses y formatos, y tendía a ver a sus modelos desde la óptica de artistas que admiraba como Toulouse-Lautrec, otro pintor que hacía retratos y caricaturas, el Greco o Ingres, y al final de su vida con la mirada puesta en los autorretratos de Velázquez y Rembrandt.
La cuestión del retrato en Picasso, recordó la comisaria, no se había revisado desde la doble exposición que hubo en 1996 en Nueva York y París, a pesar de que es uno de sus géneros más importantes, que "cuenta muchas historias, las vidas múltiples de Picasso o sus relaciones de amistad". Cultura