Un grupo de investigadores españoles busca los restos del autor de Don Quijote. La primera pista, el hallazgo de una tumba en la que apareció una tabla de madera con las iniciales del escritor.
El pasado sábado 26 de enero saltaban las alarmas en el seno del grupo de investigación del Ayuntamiento de Madrid, encargado de la excavación que tiene como objetivo encontrar los restos mortales del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra.
Durante la prospección del segundo de los 36 nichos situados en la cripta del Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, los arqueólogos encargados de abrir los sepulcros encontraron escombros, arena, huesos y restos de madera pertenecientes a un féretro en mal estado, entre los cuales apareció un tablón con las iniciales M.C. grabadas en su superficie, que podrían corresponder a las del escritor español autor de Don Quijote.
Convento trinitario
Un grupo de antropólogos y arqueólogos venidos de toda España analizan ahora los restos óseos encontrados en el nicho del convento situado en la calle Lope de Vega de Madrid, a escasos metros del Paseo del Prado y en pleno centro de la capital de España. Puesto que en el momento de su muerte Cervantes aún no había alcanzado el reconocimiento que tiene su obra hoy en día, eligió ser enterrado en las Trinitarias por el cariño que le profesaba a la congregación. Y es que fue esta hermandad la que intervino en su liberación y la de su hermano Rodrigo, tras el cautiverio al que ambos fueron sometidos en Argel durante cinco años.
Uno de los problemas a los que se enfrenta ahora el equipo son las obras que se han realizado en el edificio en los últimos siglos, y que provocaron que los restos que antiguamente yacían en la pequeña capilla fuesen trasladados a la nueva iglesia.
La fase de excavación, búsqueda de restos y análisis forense es la última de un proceso largo y costoso coordinado por el Ayuntamiento de Madrid y dirigido por el antropólogo forense líder de la investigación y catedrático de la Universidad del País Vasco, Francisco Etxeberría, quien ya participó en el análisis de los cuerpos de Salvador Allende y Pablo Neruda. El también director del Instituto Anatómico Forense de San Sebastián ha reunido a una treintena de especialistas para esclarecer si los restos hallados se corresponden, o no, con los de Miguel de Cervantes.
Tras haber realizado un estudio histórico, en el que se investigó toda la documentación existente –libros de obra, registros de defunciones, testamentos- con el fin de establecer hipótesis de búsqueda, se dio paso a la fase de prospección. Con la ayuda de georadares se buscaron anomalías en el terreno que indicasen la posible presencia de tumbas bajo el suelo. Una vez localizados los nichos, los investigadores introdujeron una serie de microcámaras endoscópicas para ver qué había en los sepulcros y, de paso, ahorrar tiempo y recursos en la excavación arqueológica. Con la certeza de que entre los restos se encontraban huesos humanos, dio comienzo el trabajo propiamente arqueológico.
Vestigios de lesiones
Puesto que la línea genética de Cervantes se interrumpió hace siglos, cotejar los restos óseos a través del ADN no será posible en esta investigación. En su lugar, los antropólogos buscan características físicas que ayuden a confirmar la identidad del escritor. Miguel de Cervantes falleció el 16 de abril de 1616. Poco tiempo antes se había unido a la Orden Tercera Franciscana, por lo que es probable que fuese enterrado con el hábito propio de esta hermandad religiosa. Restos de ese tejido podrían ser claves para identificar al personaje, ya que este tipo de telas suelen quedar impregnadas de residuos que podrían aportar datos interesantes relacionados con la antigüedad y composición de los restos. Aparte de las vestimentas, la pista que siguen los investigadores son las lesiones que el por entonces soldado, y a la postre escritor de renombre mundial, sufrió durante su vida. Por un lado, se buscan restos de un varón de unos setenta años que presente impactos de metralla en el esternón, y/o marcas de atrofia ósea en su brazo izquierdo, provocadas por las balas recibidas en la Batalla de Lepanto (1571). Los restos de Cervantes “aún podrían albergar partículas de plomo procedentes de los arcabuzazos que recibió”, indica Etxeberría. Asimismo, los documentos históricos confirman la artrosis que sufría Cervantes -que provocó que se le curvara la columna- y el mal estado de su dentadura que, como se encargó de recordar el propio Etxeberría, confirmó el propio autor en el prólogo de sus Novelas ejemplares: “con dientes mal acondicionados y peor puestos porque no tienen correspondencia los unos con los otros”.
En abril de 2014 comenzó una investigación “no lesiva” en el Convento de las Trinitarias. Con la intención de no alterar la rutina de las monjas de clausura que viven en su interior, el Ayuntamiento de Madrid inició unas prospección no invasiva con técnicas de georadar, termografía e imágenes tridimensionales con el fin de escanear la nave de la actual iglesia. Esa primera fase arrojó señales muy evidentes de la presencia de enterramientos. Aparte de los hallados en la cripta, aparecieron otras cuatro zonas situadas justo debajo de la planta del nuevo templo en las cuales, de momento, el Arzobispado de Madrid no permite realizar excavaciones.
A pesar de que muchos medios ya han dado por hecho el descubrimiento, los especialistas han pedido prudencia puesto que será necesaria una larga cadena de análisis para confirmar si entre los huesos hallados que pertenecen a varios individuos, pudiesen estar asociados a ese féretro los restos del escritor. “De momento ni se confirma, ni se descarta nada”, asegura Pedro Corral, delegado de las Artes, Deportes y Turismo del Ayuntamiento de Madrid, quien asegura que “no ha habido un proyecto relacionado con la historia en España que haya reunido un equipo multidisciplinario como el que tenemos trabajando en las Trinitarias. Están estableciendo unos parámetros de actuación e intervención histórica y arqueológica que no se habían dado nunca ni en España ni en Europa, y marcarán un antes y un después en todas las ciencias antropológicas”.
De momento, según el responsable del proyecto, la idea es completar la segunda fase. Tras confirmarse que hay algunos nichos vacíos gracias a las microcámaras, se abrirán todos los que contengan restos interesantes y se procederá a excavar toda la zona del suelo en la que el georadar señaló la presencia de enterramientos. A pesar de la cantidad de tecnología implicada en el proyecto, los arqueólogos confirman que, proyectos como éste, son siempre un acto de fe.