Al
poco de comenzar el año, Bowie fue noticia. Horas después, la noticia ya era
toda una sacudida a la actualidad musical. Bowie alteró la rutina cultural como
pocas estrellas veteranas pueden hacerlo. Casi doce meses después de aquel 8 de
enero la música pop ha seguido generando acontecimientos, pero pocos han sido
tan emocionantes y consistentes como este regreso que comenzó cuando...
1.Reapareció
de repente. Después de que casi todos los medios de comunicación lo daban por
retirado o muy enfermo (qué triste ironía que haya sido su amigo Lou Reed el
que, casi por sorpresa, se fuera este mundo), Bowie volvió a la vida artística.
Lo hizo desafiante, el día de su 66 cumpleaños, colgando el vídeo de una nueva
canción que transmitía fragilidad. Where Are We Now? , llena de enigmas y
referencias a un pasado glorioso en Berlín, era una soberbia composición, que
economizaba el efecto emocional del estribillo con maestría. Y así, una canción
que en realidad se dio a conocer fugazmente y con otra piel en 2007, cuando Bowie
se la cantó a Ricky Gervais en Extras, pasó a ser el prólogo de un inesperado
álbum cuya salida se anunciaba para dos meses más tarde. Un disco registrado
durante dos años sin que nadie sospechara nada (ni siquiera su discográfica),
en una época en la que todo el mundo postea hasta sus bostezos y el misterio
parece una idea obsoleta.
2.
Además, el álbum era muy bueno. Lo cual no suele ser lo habitual cuando las
expectativas pesan tanto. El mundo sabe muy bien que Bowie es un maestro a la
hora de aparecer y desaparecer, y también se ha acostumbrado a que sus discos
no siempre estén a la altura de la jugada. En marzo llegó The Next Day, su
primera obra en plena era de las redes sociales y apenas hubo peros. La
portada, con la icónica imagen de “Heroes” tapada por un nuevo diseño,
evidenciaba el deseo de mostrar lo que pasará en ese día siguiente y renunciar
a la nostalgia. Se podía decir sin miedo a dejarse llevar por la emoción, que
Bowie había hecho otro de sus mejores álbumes. Bowie se había reconstruido a sí
mismo usando –una vez más- su obra y la obra de quienes le inspiraron. Los
singles eran poderosos pero nunca fáciles. Y las canciones vagaban por diversos
estilos pero fieles a un tono. The Next Day figura entre los cinco mejores
álbumes de 2013 de las más influyentes publicaciones británicas.
3.Promocionó
el disco desde las sombras. Desde el minuto cero se especuló con entrevistas y
actuaciones, incluso una gira. Bowie no habló con ningún periodista, y sobre lo
segundo, sigue sin confirmarse ninguno de los rumores que brotan cada tanto.
Las fotos promocionales fueron escasas. Las explicaciones del cómo, el cuándo y
el porqué las dieron sus músicos y su productor, Tony Visconti. La verdadera
promoción la hicieron los medios y los fans. También estuvo ausente en el
número del NME, que para promocionar su nuevo diseño, le dedicó su tercera
portada del año. Durante todos esos meses el artista se limitó a filmar clips
que lo convirtieran en titular cada tanto. Eligió a Tilda Swinton, que es como
el Thin White Duke hecho mujer, como pareja del vídeo de The Stars (Are Out
Tonight). Meses después llegó otro tachado de sacrílego, The Next Day, con Gary
Oldman y Marion Cotillard. Para Valentine’s Day optó por lo concienzudamente
simple. Cuando estrenó el clip de Love Is Lost, supuestamente filmado con un
presupuesto de 7 euros, el impacto ya fue mucho menor. El último, I’d Rather Be
High, queda ensombrecido por el fastuoso anuncio para Louis Vuitton que también
usa como fondo musical dicho tema y que tiene a Bowie como protagonista.
4.Mientras,
el pasado seguía convirtiéndose en historia. En verano se inauguraba David
Bowie Is…, la exposición con la que el V&A Museum ponía de relieve la
influencia cultural del astro a través de una cuidada colección de objetos
salidos de los archivos personales de Bowie. Él se mantuvo, una vez más, al
margen y dejó que los acontecimientos giraran alrededor de su obra. El 3 de
julio se cumplían 40 años de la muerte de Ziggy Stardust, la encarnación
artística que le catapultó a la fama y que él mismo zanjó tras un concierto
londinense en esa fecha. Semanas después, y también con motivo de su 40
aniversario, se reeditaba Aladdin Sane, el álbum con el que inició una nueva
etapa. El rostro de Bowie y el rayo bicolor que lo cruzaba en la cubierta de
dicho disco, imagen también de la exposición del V&A, ha sido una de las
imágenes recurrentes de 2013. Cuando el pasado tiene tanta vigencia puede
formar parte del presente sin problemas.
5.Cantó
con Arcade Fire. Tras protagonizar el regreso del año, apareció como invitado
en Reflektor, uno de los singles más esperados del año. Un tema que, cuanto más
avanza, más se aproxima a Young Americans, y cuyo clímax llega con su medida
intervención vocal, un cameo, más que una colaboración, que le sirve para estar
presente en otro de los hitos musicales de la temporada. Debió ser ahí cuando
planeó el siguiente paso para concluir su año triunfal. Porque no hay nada como
dejar que un admirador cualificado transforme uno de tus temas. Murphy,
coproductor del álbum de Arcade Fire, remezcló Love Is Lost, llevándolo al
mundo de la repetición y el minimalismo. Los diez minutos del remix son con
diferencia lo mejor de The Next Day Extra, la versión deluxe del álbum,
publicada para el mercado navideño, pero también para recordarnos que aquello
que ocho meses atrás nos pareció fantástico, no deja de serlo de un día para
otro. Una reedición innecesaria de la que solo cabe destacar, además del citado
remix, su impecable presentación y un contundente tema inédito, Atomica, que
habría encajado bien en la primera versión del álbum. El resto es prescindible
pero, con todo y con eso, Bowie sigue siendo el gran acontecimiento musical del
año incluso teniendo competencia como la de Daft Punk y Arcade Fire. El año
termina y seguimos sin saber cuál será su siguiente movimiento, ni siquiera
sabremos si habrá alguno. Bowie le devolvió el misterio y la emoción al hecho
de ser una estrella, un artista pop y 2013 le pertenece por ello.
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